jueves, 16 de diciembre de 2010

Murphy, chupame ésta

Hay días feos, días "ahí", días de mierda, dias complicados y días como el de hoy.
Hoy le puedo dar cátedra a Murphy, "si algo puede salir mal, saldrá mal..." bueno, cosa de gurises. La onda magnética comienza ayer a la noche cuando el calor y los bichos de luz (que no son adorables luciérnagas)te copan la parada, no hay chances de escapar; te morís de sed, te tomás más de dos litros de agua mientras estás tirado en la cama y por las sucesivas dos horas y medias posteriores vas al baño a razón de dos veces cada quince minutos. Y se te empieza a hacer tarde, mirás de reojo cada tanto el despertador y ya no era ni la una, ni las dos de lamañana sino que amenazaban las tres y vos seguías visitando el baño. Lográs dormirte y soñar, sí, porque todavía te queda margen para eso de vez en cuando y digamos que soñás bien, con una compotera con frutillas, con gente o caras "conocidas", con un moño y un auto bordó, con un saco de pana (hola, hacen 30 grados en mi colchón, Freud! ¿Qué hacemos con eso?). Y de golpe se te fue todo a la mierda soñando y el sol rabioso y desubicado te clava el rayo en el ojo izquierdo y tirás el despertador al diablo, la sábana que no sabés por qué te estaba tapando y con un re-suspiro apoyás el pie derecho (derecho!) en el piso caliente, bien caliente y pegajoso o quizás vos sos el pegajoso pero tenés que echarle siempre la culpa a alguien para no sentirte tan miserable desde el vamos. Y mirás el despertador que tiraste y te das cuenta que sos un pelotudo, que te quedaste re dormido (no tenías compromisos de todas formas), que soñaste mucho más de lo que el margen te permitía y ya era casi el mediodía, "casi" por que si no era muy improbable que el rayo siniestro del sol coincidiera exactamente con tu retina izquierda.
Y te despertás como podés y te servís medio vaso de yogur porque no alcanza a lleno y te derretis pero no te da el tiempo para bañarte entonces cargas la bolsa de los mandados con la comida y salis a la calle y te querés matar, la vereda está tan caliente que tus ojotas no sirven ni de accesorio, pero bueno no son tantas las cuadras hasta el estudio contable y en tus oidos dale que va cienfuegos y ahí pensás en que quizás era más conveniente escuchar algo de folklore islandés (bjork por ejemplo...) a ver si de esa forma el frío podía entrar de alguna forma en tu
cabeza.
Y llegás y te vas a la cultural, dejás la comida y salís con la bolsa de los mandados vacía a hacer los mandados propiamente dichos. Entrás a la fiambrería y rogás tener el número cien solo para quedarte parada abajo del aire acondicionado un rato, pero no, tenés la puta suerte (esa que no tenés jamás) de que una señora salga enojada por la tardanza y te regale su número. "Che, ¿por qué número van?", "74" y a mi me habían regalado el 77, cosas que no pasan si uno quiere que pasen, nunca, nunca. Comprás los cien gramos de queso aburrido de máquina y salís al infierno, te metés en la verdulería, mirás un poco para todos lados y te aburrís y te vas sin comprar nada; a la mierda la ensalada.
No queda más que hacer en la calle, te vas a tu casa, subís los cuatro pisos por escalera y la cerradura no anda, nuevamente, pero no, ahora es otra la cerradura que no anda y le rogás a tu dios que no sea hoy el día en que deje de funcionar, abrís la puerta.
Antes de ponerte a laburar, te sentás en la computadora un rato como si ella fuera dueña de tu relajo, pero no, leés mails de mierda, mensajes amargos, muy amargos, ¿qué le pasa a la gente? y toneladas de pedidos de pan dulce (eso no es nada malo, la comida es de hecho lo que te da de comer) y te morís de sed, no sabés muy bien por qué, pero hace días que tenes la boca seca, que comprás agua en los kioscos, que llenás botellas y las llevas con vos para todos lados. Entonces, te parece mejor idea seguir bebiendo agua que almorzar. Ponés el agua para el mate y tomás alternativamente (?) un mate, un sorbo de agua fría, un mate, un sorbo de agua fría.
Se hacen las tres de la tarde y te ponés a cocinar y no lo soportás, hoy no. Pero de alguna forma buscás la manera y terminás rápido la tarea. Estás acelerado, no podés más, así que te ponés las zapatillas y salís a caminar para liberar tensiones y ansiedades en un día como el de hoy, con el calor de hoy y el sol de hoy. No importa, lo lográs también, 45 minutos de furia peatonal y te sentís mejor; hirviendo, colorado, con la única idea en mente de sambullirse en una pileta o un charco. No tenés ninguna de las dos cosas, infeliz.
Y volvés a subir los custro pisos y te pones casi en pelotas en la terraza porque no aguantas a entrar a tu casa (en mi casa primero se entra a la terraza y depsués a la casa) y te das cuenta que en la terraza vecina, donde nunca, NUNCA hubo nadie porque estaba abandonada hay gente, un pibe arreglando las cañas y sacando unas lonas sucias y no sabés si decir "qué hacés, vecino" o arrancar la hamaca paraguaya para taparte; bue, entrás a tu casa.
Descubrís en la heladera un dejo de yogur y llenas otro medio vaso y le metés avena, comés sin hambre pero sentías que era hora de ingerir algun sólido. Comés.
Tenés que sacar un presupuesto, pero no tenés ni la más mínima gana de pensar en números, de hacer cuentas, NO. Y mirás tu calendario para anotar una "cosita" más que tenés que hacer y te das cuenta de que ya no hay más lugar en ese calendario, no hay espacio ni para una coma en ese puto calendario y le sacás una foto porque te parece, en cierto punto, atractivo o desquiciante.
Volvés a llenar la bolsa de mandados con la comida, bajás los cuatro pisos y sacás la bici. Llegás a Beccar y sentís "psssssssssssssssssssssssssssssss", pinchaste, obvio. Se te pinchó la mal parida de tu rueda de atrás, pero como no estás ni muy cerca de allá ni muy cerca de acá, decidís que lo mejor es volver a tu barrio, reorganizarte y eventualmente volver a salir. Estás llegando y un garita te frena, ya te conocía, pero vos no lo sabías y se te cuelga hablando quince minutos sobre la pinchadura. Hoy no me importa sociabilizar con nadieeeeeeeeeeee! Hoy me quiero meter en una cueva fresca y oscura, nada más!
Y me habla y yo pienso en la bicicletería que me va a cerrar, es obvio, no voy a llegar a tiempo y medio que le agradezco el repentino interés por mí y mi rueda y me despido. Corro con la bici, llego a la esquina de mi casa y voy barraaaaaanca abajo hasta las vías, siete y media, mesitas con vasos, manteles, la gente se divierte en finde de año, doblo a la izquierda y llego: está abierta, una buena! y le tiro la bici, la bici que él me vendió el domingo y que hoy jueves se me pinchó la rueda de atrás. La iba a tener lista para dentro de una hora. Joya, a subiiiiiiiiiir barranca arriba, pues, llegar a casa y recordar que había un auto. Era un buen momento para subirse a un auto y entregar felizmente la comida que todavía tenía en mi bolsa de los mandados. Subo los cuatro pisos por escalera para buscar la jodida llave del auto; bajo a la cochera (hermoso lugar para vivir en día como los de hoy), saco el auto y tiiiin simbolito amarillo de surtidor de nafta y re concha de tu viejaaaaaa en tanga. Un auto sin nafta es la síntesis de la desgracia. Llego a entregar la comida pero no llegaba a mi casa de regreso ni con algo de suerte, a cargar nafta, a entregar la dignidad, a regalarte a cualqueira, eso es lo que sentís cuando pagás la fuckin' nafta.
Y te tenés que apurar porque tenés que llegar antes de las ocho y media a la bicicletería si no te cierra y la bici la vez el año que viene porque tu bicicletero no abre todos los días, abre cuando se siente bien, cuando el día le amanece copado. Estacionás (es una forma agradable de decir porque más bien lo tirás como viene) el auto, salís a la calle, bajas ooootra vez la barranca y le metés fuego a tus pies (más del que ya tienen) y llegás. "No la terminé todavía" "jooooooya, gracias a dios" te prendés un pucho mientras esperás y te das cuenta que tu vecina está en la bicicletería, pero tu vecina no te conoce y eso es bueno porque no tenés ganas de hablar con nadie. Te
entrega la bici y de cortés que sos nomás le preguntás "¿te debo algo?" "y...estaba pinchada, diez pesos el parche"....... chabóoooooooon, la bici era de maría antonieta y tenía la cubierta más fina que el forro más copado del mundo, pero bueno, le pagás; le das los últimos diez pesos que tenés encima y te vas casi contenta, con el viento pegándote en la cara por el bajo.
Todo bajo termina, entonces subis la barranca y estás a unas cuadras de tu casa. Dejás la bici, subiiis los cuatro pisos y te sentás en la computadora a descargar toda la mierda que comiste este jueves y suena el teléfono: cena con mamá y papá que habías dado por cancelada porque tu cerebro no aguanta un sólo segundo más de jueves; no aguanta un segundo más de 2010.

¡No te cumplen los deseos!

Tengo una invasión de vaquitas de san antonio en mi casa: ¿La vaca de San Antonio es la prima copada de la cucaracha? Cuando superan el tamaño estándar y dejan de ser bermejas para pasar a ser de un marroncito café con leche creo que sí son familia.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Verdades relativas

Truman Capote estaba bárbaro. Bueno, no, estaba para el crimen en una fotografía que le tomaron en 1947 y no se parecía en absoluto a él mismo.

domingo, 3 de octubre de 2010

com partir

Chocolate, pan, mate, café, vino, fernet, cordero, riñón, marihuana, tabaco, soda, empanada, jonnhy carter, san coltrane, no te amo, una sola cosa, spinetta, tacto no es tato, despertate, quereme, mirame, tocame, oíme, componeme, besame, soñame, oleme, deseame, armame, cogeme: cantame.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Ordenando, uno encuentra cosas como esta

Gastón Baquero nación en Banes, pueblo oriental de Cuba, en 1918 (el mismo año que mi abuela). Dejó los estudios de agronomía para dedicarse al periodismo y las letras. Fundó la revista Clavileño y colaboró en las revistas creadas por Lezama Lima. Su primera poesía era culterana; tomó un carácter nuevo a partir de 1959, año en que se instaló en Madrid: se hizo más contenida, transparente y, con frecuencia, ingeniosa. Obra poética: "Poemas" (1942), "Saúl sobre la espada" (1942), "Poemas escritos en España" (1960), "Memorial de un testigo" (1966), "Magias e invenciones" (1984)y "Poemas invisibles" (1991). También escribió ensayos y tradujo a poetas africanos. Murió en Madrid en 1997.


OSCAR WILDE DICTA EN MONTMARTRE
A TOULOUSE-LAUTREC LA RECETA
DEL COCKTAIL BEBIDO LA NOCHE ANTES
EN EL SALÓN DE SARAH BERNHARDT*

(Según Ronald Dorgeles, en casa de Sarah
bebieron esa noche un raro cocktail. Un
hombre preguntó cómo se hacía. Y Sarah
dijo: "Este es un secreto de Oscar. Oscar,
¿querría usted darle en privado la receta a mi
dulce amigo el señor de Toulouse-Lautrec?".)

"Exprima usted entre el pulgar y el índice un pequeño
limón verde
traído de la Martinica. Tome el zumo de una piña
cultivada en Barbados por brujos mexicanos. Tome
dos o tres gotas de elixir de maracuyá, y media botella
de un ron fabricado en Guayana para la violenta sed
de nuestros marinos, nietos de Walter Raleight.
Reúna todo eso en una jarra de plata, que colocará
por media hora ante un retrato de la Divina Sarah.
Luego procure que la mezcla sea removida
por un sirviente negro con ojos de color violeta.
Sólo enotnces añadirá, discretamente,
dos gotas del licor seminal de un adolescente,
y otras dos de leche tibia de cabra de Surinam,
y dos o tres adarmes de elixir de ajonjolí,
que vosotros llamáis sésamo, y Haroum-Al.Raschid
llama tajina.
Convenientemente refrescado todo eso,
ha de servirlo en pequeños vasos de madera
de caoba antillana, como nos lo sirviera anoche
la Divina Sarah. Y nada más, eso es todo: eso,
Señor de Toulouse, es tan simple
como bailar un cancán en las orillas del Sena."

* Sinfonía, de Georges Bizet.

martes, 17 de noviembre de 2009

Antropología de consultorio

Un año después, y una hora y quince minutos luego de haber llegado, me encuentro sentada nuevamente en el sillón de madera abajo del aire acondicionado del consultorio de mi ginecóloga. Leo, como siempre, para no sentir que envejezco sin razón en una sala de espera. La música de sala de espera, los timbres de sala de espera, las miradas de la sala de espera: pocas cosas en el mundo me fastidian tanto, soy infeliz en una sala de espera.
La piba que está sentada enfrente escuha cumbia en su celular, yo la escucho y me desconcentra. La madre de la chica que está sentada a mi lado estornuda, tose, vuelve a estornudar y hace ruidos guturales que me dan asco, todo eso mientras intenta comunicarse con alguien por su celular; me da rabia. La otra mujer, gordita de labios rojos recién pintados, atiende su celular que suena estridente con un tema de Sheryl Crow y grita, no sabe hablar, pobre; y yo me entero que la que llamó es esa persona con la que solo habla una vez al año, "te estaba por llamar, en serio, venía en el colectivo y pensaba, sí, ¡sí!, pero claro, si siempre te llamo cerca de navidad, a esta altura del año...", pobrecita la gorda, la amiga anual le ganó de mano.
Timbre. Otra mujer entra y se sienta al lado de la piba que escucha cumbia. Abre su mochila verde y saca un libro de tapa blanca y naranja flúor. Me llama la atención, es evidente y yo chusma: "Autoboicot, trampas mentales que me impiden creer en mí".
El hombre es un ser egoísta. Me doy cuenta de que no soy la única infeliz en una sala de espera.

jueves, 20 de agosto de 2009

Podame el cerco


si pilotearan como redactan, ai mi madre.

viernes, 14 de agosto de 2009

Nada




me está costando hacerme cargo de cosas cibernéticas; no tiene nada que ver con nada, pero qué foto.

jueves, 16 de julio de 2009

viernes, 5 de junio de 2009

Fragmento de "Objetos perdidos"

“[…] dónde están tu nombre, tu calle, tu desvelo,
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco”.
Julio Cortázar.
Rivadavia 1450

Los miércoles llueve. Me gustaría poder recordar qué día fue aquel, cuando jugamos por última vez al veo veo, cuando las cortinas daban asco de tanta mugre, chorreaba algo de ellas. El encaje celeste, las baldosas de granito marrón, el espejo que me sostenía bajo una fuerza que desconozco. Tu cara era otra, tu pelo ya no estaba tan blanco. Los demás gritaban, discutían, intentaban encontrar la forma de meterte en un auto para que fueras al médico. Vos no, que se pudran, total siempre fueron de los que le rezan a los santos de estampita.

Te hundías en el sillón. Tus zapatillas chuecas, el dedo índice cucharita y el pocito en la pera que siempre envidié. Vos sí que sabías reír. Me gustaba mirarte. Te balanceabas en la silla hamaca del comedor, con los pies colgando, tocando el piso a penas con las puntas, escuchando el ruido de la radio por el simple hecho de esquivar la voz irritante de la vecina. El diccionario, la birome azul, palabras cruzadas. Y yo, del otro lado de la mesa, sin mucho, me divertía como en ningún otro lado. Quería ser maestra o profesora, no lo sé, quizás simplemente una reventada que disfrutaba el hecho de corregir a los demás; iba hasta el piano, corría el taburete y giraba la patita que estaba sobre los pedales. La sordina nunca anduvo desde que lo trajimos a esta casa. Sacaba las partituras que guardabas ahí dentro como su fueran un tesoro, como si ahí en lo bajo, en la oscuridad del veneno para polillas estuviera escondido el camafeo tan horrible de Lola; “nada que lleve ese nombre puede ser lindo”, pensaba.

Con algo de maña sacaba todos los encuadernados. Según el día, la elección. Había uno de La Cumparsita que siempre era digno o quizás el de Rubias de New York porque esos labios rojos y enormes de la carátula me parecían espantosos, grotescos. Pero sé, que en el fondo te dejaba conforme porque los libracos de Brahms o Chopin ni los miraba, a lo sumo, algún domingo terrible mamarracheaba uno de Diabelli, vos no te quejabas y yo me divertía haciendo cruces rojas con el lápiz de carpintero, chato, azul en una punta y rojo en la otra, del abuelo. Rehacer o diez, satisfactorio.

Te digo que lo maravilloso siempre es de color blanco. Ellos dejaron de pelear. Yo seguía sentada frente al espejo, frente a vos, y mamá y el abuelo se asomaron desde la sala. No hablaban, sólo me miraron jugar con vos al veo veo. Te vieron tranquila, buscando eso blanco y sé que ellos fueron los que me envidiaron en ese momento y, probablemente, hoy también. Entonces fue que mamá llamó y dijo “Rivadavia 1450, entre Lavalle y Belgrano”.

Te llevaron casi dormida y no llegué a decirte que lo blanco maravilloso era esa nieve de mentira pintada sombre la cumbre del Uritorco, en esa foto chiquita que colgaba a la izquierda del piano, donde estaban el abuelo, mamá y vos posando para el pajarito.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Tú lo sabes, broder


Montevideo, abril 2009.

No entiendo

¿alguien padeció un ataque de furia frente a mi paquete de yerba, o qué?

domingo, 19 de abril de 2009

Montevideo













Montevideo, Uruguay, abril 2009.-


Blogger desconsiderado

Loco, no me funca el blog.
Muy pocas son las veces que puedo entrar, por eso la deserción parcial.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Welcome to paradise

Mañana terminamos todos por el suelo

martes, 3 de marzo de 2009

Punta blanca, sabios pescadores





Punta blana, Ecuador, febrero 2009.-

Montañita dos




Montañita, Ecuador, febrero 2009.-


                   


Baños: todos los bichos, el bicho









Baños, Ecuador, enero 2009.-

Otavalo, el pueblo mercado





Otavalo, Ecuador, enero 2009.-

lunes, 2 de marzo de 2009

Los pibes


La música que necesitamos.
Ollin, desde México.

El barrio, Cumbayá





Cumbayá, Ecuador, enero 2009.-

Montaña a fin de año





Montañita, Ecuador, diciembre 2008.-

Era una vez Máncora




Máncora, Perú, diciembre 2008.-

martes, 17 de febrero de 2009

Punta blanca

Luego de unos días en Montaña, Punta blanca me recibe.
Días tranquilos, un sol que arde y mucho té -me duele la garganta-.
La costa ecuatoriana me atrapa, hay otro aire.



miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Oye, pana, qué pasa por la calle?

Sí, viejo, Guayaquil city va a reventar, tanto calor no se puede aguantar.

El jueves parto a Montaña. Pacífico, ya te veo.

sábado, 31 de enero de 2009

Del placard

¿Olés el tomillo de mis valles?

domingo, 25 de enero de 2009

Sábados circulares

desayuno, café con leche, tostada con queso crema, frío en los pies, taxi, ciudad atascada, viernes, muy viernes, el terminal, los boletos, las ganas, el frío que se va, el pasillo, habas, habitas, sed incurable, ruta, por fin ruta, mis auriculares débiles, bachatas, vallenatos, la risa, el sueño breve, el perseguidor, el mareo, el dolor de cabeza, la risa, billetes por favor, latacunga, siga no más, el perseguidor, las líneas chuecas, los baches, los cráteres, la llovizna, ambato, ¿sur o este?, ambato atrás, casas casitas, las costuras de los cerros, los ponchos, los cultivos insólitos, la niebla, jeans, muchos jeans, pelileo, estamos cerca, estación de servicio, comida por baño, bus, ruta, caminos, calles, calles pequeñitas, bienvenidos a baños, el terminal, la foto, el cielo recortado por un techo que se cae, dos fotos, las ganas, hugo, buen día, vamos, la coca cola, los discos, el remedio para el dolor de cabeza, mío no, suerte, melcochas, cañas de azúcar, la ruta, el hotel, el bosque de guayabas, el cielo cede, el sol, calor, mis pies queriendo pasto, el otro hotel, las caras conocidas, la alegría, la búsqueda, el asombro, nuevas fotos, el río, baños de lujo, comida casera, café, mucho café, el mate olvidado, la puta madre, la piba de montecastro, mate encontrado, alivio que vuelve al cuerpo, las piedras, las hojotas de cartón, las sillas, las moscas irreverentes, los mosquitos, arañas, picaduras, viento huracanado, tarde calma, charla de viajes, borracheras, noche hermosa, el pueblo, la iglesia, el puente del amor, los bares, los turistas, la novela, el kiosco, las ganas, una club fría, el karaoke, la de rojo que baila, los chicos entonados, los gringos, las argentinas rubias desorientadas, marieta y el sueño, la escalerita, la van, la ruta, el hotel, el frío, el sueño que vuelve pero no, la van, el otro hotel, el shampoo, el beso, hasta mañana, despertador, manu chao, las siete y pico, la ducha caliente, el peine, suéter, lluvia, mucha lluvia, nubes bajas, todo blanco, todo lindo, el banco incómodo, la espera, las caras de sueño, el pelo mojado, el frío, puto frío, la van, el desastre, agua cayendo del techo, desayuno improvisado, café frío, todos locos, malhumor, mediodía, sale el sol, vuelve el viento, los bichos, tarde,  la cena temprana, todos corren, todo pasa, el vino, la sexta copa, los sillones de hierro, la incomodidad física, palabras, anécdotas, propuesta encubierta, las ganas de irse, los borrachos, el chichón del piso enculado por los premios, los mozos borrachos, las melcochas, puchos, cansancio, querer estrellarse contra una cama, cuatro y media, cinco, llegamos, el último cigarrillo compartido, la charla dormida, seis menos cuarto, vayámonos a dormir ya, sí, hasta mañana, ¿a qué hora?, diez, despertador sin batería, reloj biológico, sueño, terrible, pesado, dolor de piernas, de todo, todo el cuerpo que no durmió, el desayuno, el café más feo, el jugo de papaya, hola, buen día, la espera, la reunión, chau trapiche, hola ruta de vuelta, curvas que nos pegan, nos amontonan, pelileo, ambato, terremoto, ochenta y tres, latacunga, almuerzo de paso, las ojeras, las ganas de bañarme, la torta de naranja, curvas, buses, lluvia, cambio de clima, frío en los pies sucios, en todos lados, mi cabeza que se cae, se cae, cae en su hombro y chau, hasta no llegar no abro un ojo, estoy cansada, sueño con algo magenta, alfombras tingo, mirá dónde estamos, cumbayá, orellana, comisaría, 230, llegamos, hubiese querido seguir durmiendo ahí, baúl, mochila al hombro, bolso rojo, listo, bienvenida a casa, a los mates, a la ducha caliente, tengo que dormir, pero soy argentina y hasta las once no creo que lo logre.   

Cumbayá, Ecuador.

jueves, 22 de enero de 2009

Decisiones

Volver a cero. La página.
El motor de la lluvia en curva densa.
Mirarte.
Tímido, buscando
el gerundio que fastidia y da movimiento
lento, callado;
el rayo.
Los sonidos intermitentes y mi mano
misterio
luz.
---
Es el mate. La yerba que sobra
y parte la tapa del termo.
La ilusión de tomarlo;
madera que me olvido.
Tímida yo, buscando
el nuevo viento, el páramo
me enamora.
Vida nueva.

Cumbayá, Ecuador.

sábado, 17 de enero de 2009

Desde Cumbayá

yo en mi oficio de playera desorientada.
hace frío (ecuatorial) y llueve todo el día, todos los días.
la niebla es densa de noche y eso me gusta.
el mate se toma desde la tapa de un termo y la yerba cuesta lo que un earl grey.
escribo desde una mac temiendo hacerla explotar tras cada movimiento.
hago libretas en mis ratos libres (bien libres, o cuando necesito despejar más la mente).
juego con toña, lavo la ropa, camino sin paraguas.
este año, sí tomo colectivos y menos remedios para el dolor de cabeza.
para mí, esta vez, yo estoy de viaje.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Terminal

Terminal. Máquina de enganchar muñecos en un local de video juegos. Suena de fondo la lambada.

-¿Querés que te queme el osito panda, maricón?

-Sí, te quiero, te quiero.

 

Esa no era la respuesta ni la frase para remediar una relojeada lasciva de culo a la negra que revoleaba todo lo que a ella le faltaba. Pita estaba re podrida, cansada de la humedad de Río, de Chano, de los quince días que tuvo que soportar al lado de su futuro ex novio. Chano ya lo era, pero pronto se convertiría, para todos sus conocidos, en el abominable, en el calentón incurable, en el desgraciado que le había destrozado la vida. Pita se encargaría, personal y minuciosamente, de arruinarlo.

Hacía dos horas que estaban varados en la rodoviária, como Pita había aprendido a decir. Ya no le gustaba eso de “terminal terrestre”, de modo que cada vez que se le presentaba la oportunidad de decirlo, lo hacía orgullosa. Lo había intentado todo. Le había dado a Chano todas las oportunidades que no merecía, pero esta vez no iba a pasar de Brasil.

Por los altoparlantes, entre interferencias de todo tipo, una mujer comunicaba la cancelación del micro que ellos iban a tomar de regreso a Misiones.

-¡Brazucas de mierda!

-No hables así. ¿Sos pelotudo? ¿Querés que nos linchen, gil?

-Calláte.

Pita levantó su mochila de la forma más ridícula, pesaba unos cinco kilos menos que ella pero lo logró. Chano, mirando el televisor que tenía sobre su cabeza, tomó la correa de su valija con rueditas.

-¿Vamos?

-¿A dónde?

-Y, qué sé yo, nena, pero ¿vos tenés muchas ganas de quedarte a dormir en la terminal?

Salieron.

La calle estaba más húmeda y pegajosa que hacía unas horas. Una leve llovizna había caído y ahora, el último sol evaporaba cualquier huella de agua que hubiera quedado sobre el asfalto. El calor era cada vez más fuerte y Pita andaba tropezándose. 

No tenían mucho dinero. Chano se las había rebuscado para achicar la suma intentando sacar algún osito de la máquina, hasta que, tras la quinta desilusión, desistió, no por orgullo, sino porque prefirió gastar los últimos diez reales en una cerveza importada de Argentina.

Caminaron hasta el pequeño centro donde Chano eligió un cuarto de pensión. Pita necesitaba un baño, hacía días que no aguantaba las ganas de pillarse y vomitar. Estaba segura de que era culpa de los cuatro kilos que camarão frito que había consumido en la última semana, así que no se preocupaba, pero sí incrementaba su mal humor.

En planta baja, a menos de dos metros de la calle, estaba el cuarto, oscuro y estancado; las paredes eran de color mostaza invadidas por manchones grises de los años y la humedad. Grandes huecos descascarados en las esquinas y una pequeña ventana corrediza que dejaba ver un puesto de comida sobre la vereda de enfrente. Con algo de suerte o más bien pura casualidad, consiguieron una habitación con baño. Un ínfimo cubículo sin puerta, con una ducha eléctrica y un inodoro.

Pita tiró la mochila al lado de la cama, y la hizo chocar contra la mesita de luz desde donde voló un portarretratos con una foto del Fluminense posando en el Maracanã. El vidrio se astilló y ella suspiró al darse cuenta de que era una foto y no un espejo. Pita era tremendamente supersticiosa. De todas formas, antes de disparar hacia el baño, procuró ordenar lo que había provocado y decir en voz baja un versito protector, no fuera cosa de que su estadía siguiera empeorando.

Chano se tiró panza arriba en la cama matrimonial sin reparar demasiado en las pulgas ni en que el cubrecama no estaba húmedo, como todo en la ciudad, sino mojado.

Pita encontró la manera de hacer de su paso por el baño una situación poco traumática, aunque la descompostura se dejaba palpar por cualquier rincón. Con una voz doliente, le avisó a Chano que saldría a buscar una farmacia. Chano, prefirió no escucharla y se cubrió la cabeza con la almohada.

Tras el portazo inadvertido, Chano se asomó al baño, se calzó las hojotas y giró la llave de agua. Tenía miedo de morir electrocutado pero el calor ya era insoportable. Movió la patita hot/cold pero no había diferencia aparente entre una y otra, así que prefirió la fría presumiendo que de ese modo no correría peligro.

Al salir del baño, el cuarto seguía vacío, pero él no lo notó. Desnudo como estaba, volvió a acostarse; era estúpidamente corajudo. Una hora bastó para que Chano se sumiera en el más profundo sueño.

No mucho tiempo después, alguien llamó a la puerta. Dos o tres golpes amables y unas patadas desquiciadas segundos después. Chano soñaba con la negra de la lambada.

La foto del último día era una cama matrimonial, él durmiendo y Pita haciendo fuerza para abrir la ventana y saltar dentro de la habitación para poder estrangularlo, posiblemente. Tras meter la segunda pierna, el portarretratos del Fluminense volvió caer y Chano abrió los ojos.

-¿Te hago café?

-Uh, sí, sí, dale.

-¡Sos pelotudo, eh!

Chano se quejó y volvió a dormirse.

Pita dio vuelta su mochila, volcando todo lo que había en su interior sobre el borde de la cama. Arrimó la valija de Chano y repitió la operación. Inercambió el contenido, abrió la ventana y tiró la valija afuera. Las cosas de Chano quedaron sobre el piso. Buscó la llave de la habitación y se cercioró de que la puerta estuviera cerrada. Saltó nuevamente por la ventana. Se quedó quieta un momento mirando hacia delante, luego buscó en el suelo de tierra mojada. Consiguió lo que quería. Cerró la ventana y en el marco colocó dos varillas de madera. Paró un taxi y partió rumbo a la Terminal.

 

Cecilia Larregui

Diciembre 2008

domingo, 23 de noviembre de 2008

Noviembre: Marieta & Amparo





¿Cómo era?
Ah, sí, que noviembre muere mañana.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Instrucción cívica

Biblioteca. Colegio estatal. Una bombita de cuarenta pende de un cable pelusiento.

—Yo a vos te enseñé lo que sabía, Elvira, de pe a pa (nerviosa). Todo lo que sabía.

—Concursos son concursos, Marta. Se ve que no estaba de dios que fueras vos.

A Marta la desconcertó esa última frase, “no estaba de dios que fueras vos” hacía eco en los enormes huecos de su cabeza. Marta era cabezona, pero ninguna zonza. Años trabajando en la biblioteca del Comercial, décadas asesorando a la incompetente de Elvira, deseando que alguna vez, alguna decidida vez, pudiera ocupar el puesto de inspectora para, por fin, mandarla al lugar que merecía, de portera, por ejemplo. “No estaba de dios… y la re putísima”, pensaba.

Marta había pasado su intelectual juventud en Normandía, de modo que guardaba todas esas irreverencias para su más íntimo interior. No permitiría jamás mostrarse ante Elvira de una forma tan genuina. No.

Elvira, ¿sabés lo que sucede?cantó por lo bajo Marta impostando una serenidad más que ajena.

—No, Martita, contáme vos —se apuró la orgullosa de ser directora.

—Sucede que estoy cansada, desanimada, chiquita; no puedo seguir un año más como bibliotecaria, considero que es hora de ocupar el puesto que me corresponde y vos sabés muy bien a qué me refiero —sentenció Marta.

 Vamos, Marta, que no es de tanto escorchar. Mirále el lado dulce a la vida: con la edad que tenés, quién quisiera estar en tu lugar. Rodeada de pibes, de libros, comiendo budín de pan en los recreos, vamos —repuso, casi incoherentemente, Elvira.

De pronto, el eco otra vez. “No es de tanto escorchar”, rebotaba dentro de Marta. ¿Qué le pasaría a esa mujer, que ni ocupando el puesto de directora, podía articular el lenguaje mejor que un reprobado? Los nervios le crecían y sus manos deshacían inconscientemente el anillado de un tomo fotocopiado del Curtis.

Buenos, bueno, ¿sabés qué vamos a hacer? Mañana será otro día, hoy más vale dejar las cosas como están y no agregarle una lancha más al Tigre, Martita. No es para tanto, pensálo, además ¿cuánto tiempo más pensás seguir trabajando? Ya es suficiente, ¿no te parece? Quizás no sea mala idea ir  pensando el la retirada, con la antigüedad que tenés… quisiera yo ser bibliotecaria, mirá —escupió la desgraciada de Elvira.

“Salud mental uno, salud mental dos, salud mental tres…”, pensaba Marta hasta que llegó a la décima salud mental. —Elvira, hay días en los que me resulta realmente imposible entenderte (“Y eso que no le sumo lo de la lanchita del Tigre” superpuso el pensamiento a sus palabras). Esto no se trata de títulos, puestos burocráticos, acá se está manoseando otra cosa, chiquita.

El timbre del segundo recreo hizo vibrar los vidrios maltrechos de las vitrinas de la biblioteca.

—Bueno, Marta, no te amargués, pensálo, tranquila a ver si encima te me das por un síncope —dijo Elvira deseándolo de cierta forma y desapareció tras una ráfaga de colonia con aroma a talco Véritas.

“Mañana le meto un barco y se le hunde el Delta”, pensó Marta mientras reacomodaba el anillado que había destrozado como si fuera un cable de teléfono.

“Cinco Espasa Calpe de química, devueltos, un tachón. Dos Romero de quinto, deben, estos pibes del centro me van a escuchar, cruz roja. Cuatro AZ Serie plata, los de geografía siempre vuelven rápido, adentro, tachón. Conflictos y armonías en la historia argentina de Luna, uno y me lo deben; siempre me lo deben”.

—Permiso, permisito —interrumpe Jorge las entradas y salidas de Marta.

—Pasá, querido — siempre amable, ella.

—Te dejo el budincito sobre el escritorio. Hasta mañana —saludó Jorge antes de que se le cayera la cucharita al piso.


martes, 18 de noviembre de 2008

Tres tristes tigres

Marieta, te voy a extrañar.
Marga, alquiláte una casa en la playa.
LAN, copáte con los precios.

martes, 11 de noviembre de 2008

No es mediocridad, es llegar mejor a viejo.

Cambio un día dedicado a estudiar para el parcial de mañana (para el cual no estudié ni hoy ni nunca) por una tardecita de calor en la cocina de mi casa haciendo ceviche con Marieta.

¡salud!

Navidad

Departamento oscuro de planta baja. En el patio, entre restos varios caídos de los pisos de arriba, un arbolito de navidad titilante que todavía no han desarmado. Domingo. Él trae devuelta a la nena. Dormida. Ella, una toalla atada sobre el pelo mojado: ¿Comiste algo?

Mario conoce esa pregunta. Le revienta.

Le revienta saber que hace dos años trabaja con su hija. Le revienta que ella tenga que acompañarlo. Miércoles y domingos, feria, curanto, turistas. Dos días de acordeón y violín, veinticuatro horas de chamamé para gringos que viajan solo para comerse el sur.

Bariloche explota en un enero generoso; la pileta municipal desborda de chicos, puntos negros que bailan  y que se dejan ver desde el centro cívico; las playas sin un espacio de roca, vendedores de ensalada de fruta. Hace calor seco y desde la terraza del departamento de Quaglia y Albarracín se ven los picos nevados.

Desde que dejaron la humedad y la tierra colorada de Misiones, Mario no pudo tomar un mate tranquilo. 

La nena no conoce la nieve. Nunca enterró sus manos en la espuma de hielo, no conoce la sensación fría que quema y enrojece la punta de los dedos. Ella sabe de la tierra, de las uñas negras y cortas que separan las crines de cola de caballo que forman el arco de su violín. Se quita los abrojos de la bocamanga del pantalón y, entre tumbos, se mete en la cama que está en el living, contra la pared compartida con la cocina donde está Mario sentado de espaladas a la ventana. Inés, sobre la mesada, se desenreda el pelo y empapa el ambiente con ese perfume invasor de las cremas para peinar. Mario la ama y eso es lo que lo llevó al sur, aunque cada mañana, al despertar, se pregunte porqué decidió seguirla.

viernes, 31 de octubre de 2008

jueves, 23 de octubre de 2008

El Bloque

NOTA PEGADA CON CINTA ADHESIVA SOBRE LA BOTONERA DE UN ASCENSOR

 

“Se les comunica a los inquilinos de L.N. Alem 452 que el……martes 10…….., a partir de las…10h…, la empresa fumigadora ESTHER MINIO pasará a realizar su trabajo por los departamentos. Se ruega atender a los fumigadores ya que, desafortunadamente, sufrimos una invasión imprevista de bichos munición, más comúnmente llamados bicho bolita.

 

La Administración.

*

 

L.N. Alem 452 1º B

San Isidro (CP1642)

Buenos Aires

Argentina

 

San Carlos de Bariloche, 9 de marzo de 1983

Estimado Coronel Honorio Bote:

                                                           Desde la Escuela Militar de Montaña, le hago llegar a Ud., mi Coronel, las insignias y condecoraciones que me ha pedido. Me he tomado el atrevimiento, mi Coronel, de enviarle la placa de bronce en su honor que, a desgracia, ha olvidado en el cuartel.

Con sumo respeto y honor, lo saluda

Teniente 1ro Raúl Remo.

 

 

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 10 de agosto de 1983

Al Sr. Bote Honorio:

                                   En el boletín adjunto se detalla la información solicitada.

Atte.

I.A.F.P.R.P.M Instituto de Ayuda Financiera de Pago de Retiros y Pensiones Militares.

 

BOLETÍN

Los Retiros y Pensiones Militares se rigen por la Ley Nº 19.101, sus modificatorias y por la Reglamentación de la Ley para cada una de las Fuerzas Armadas. Dicha normativa corresponde a un Régimen Especial de retiros y pensiones que nada tiene que ver con los llamados Regímenes de Privilegios. Sus particularidades más importantes son:

1. El Personal Superior y Subalterno del Cuadro Permanente de las Fuerzas Armadas tiene derecho a un haber de retiro a partir de los veinticinco años de servicios militares, según la Tabla de Porcentajes establecida en la citada Ley.

 2. El Personal Militar en situación de retiro y sus pensionistas continúan aportando el 11% de su haber hasta la extinción del beneficio.

El trámite para el otorgamiento de un beneficio pensionario debe ser iniciado en la Fuerza Armada correspondiente, existiendo a la fecha, un régimen de pagos provisorios.

Una vez otorgado el beneficio, se envía una comunicación de alta al titular, indicando la fecha y el lugar de pago en donde deberá efectivizar el primer y los sucesivos cobros.

*

PAPELES TRABADOS POR EL BURLETE DE LA PUERTA DEL 1º B

Rotisería “Los Cedros” Menú-Mediodía 12/08

 

Colita de cuadril al horno con papas…………………………….        $1050

Soufflé de calabaza gratinado……………………………………       $800

Tarta de acelga o choclo…………………………………………       $600

Milanesa de ternera con fritas……………………………………       $1000

Budín de pan…………………………………………………….        $350

Arroz con leche (me quiero casar)………………………………        $400

 

Tintorería Yatekito

 

Honorio: el gabán y el vestido de gasa verde están listos. Páselos a buscar por favor que no tengo más espacio en los percheros. La capa se la tengo lista para el miércoles a última hora. ¿A quién se le ocurre ponerse spray con la capita puesta?

 

De la estación –Diarios y Revistas-

Sucursal Acasusso

Eduardo Costa 604

San Isidro (1642)

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TIQUE FACTURA B

FECHA 12/08/83

HORA: 15:44

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xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

A CONSUMIDOR FINAL

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PARA TI

4,000 X 700,0                                    2800

ÁMBITO FIN

30,00 X 300,0                                     9000

MACRAMÉ PASO A PASO            

2,000 X 800,0                                    1600   

TOTAL                                           13.400   

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Lanzarote, 9 de agosto de 1983

Papá:

            ¿Cómo te trata la zona norte, viejo? Mucha humedad, imagino. Te escribo por un par de razones:

            Ayer le festejamos el cumpleaños a Memé, no sabés lo linda que está, los dos años le sientan de maravilla, si la vieras correr a Felipe por la playa gritándole como loca “pepe”, le dice Pepe ¿Podés creelo? Pepe en vez de Pipe, qué plato. Hicimos un almuerzo con la familia de Ernesto, algo sencillo, nada de andar con preparativos.

            Por acá, entonces, todo lindo, tranquilo, acostumbrándonos de a poco a la isla, es tan diferente. Yo no sabía que estábamos tan cerca de África, para mi las Canarias eran cerquita nomás de Europa. En fin, qué te digo.

            Por otro lado, y esto es lo importante: Hacéme el favor. La semana pasada tuve la suerte de hablar por teléfono con Nelly y me dijo que todavía no hiciste el trámite de la pensión de mamá. Esas cosas hay que hacerlas, no me hagas fastidiar que estoy lejos y no puedo hacerlo yo, y Nelly ya sabemos cómo es, más vale dejarla con sus cosas que sino después anda reclamando. Sé que tenés que llevar los recibos de pago del ministerio o bueno, no sé, los que le daban en el Normal, si mal no recuerdo los guardaba en una carpetita amarilla en el cajón derecho de la cómoda, la que tiene el vidrio arriba con las fotos de La Falda, esa.

            Bueno, viejo, hacélo y no rezongues. Los nenes y yo te mandamos un fuerte abrazo, Ernesto también por más que se haga el machito.

                                                                                              Graciela.

 

*

SECCIÓN CUENTOS DE “EL ARTE ES MORIRTE DE FRÍO – REVISTA LITERARIA”

 

ENTREGA 1: “Rosa de lejos” Por Lisandro Dedánn

El edificio queda entre las calles 25 de Mayo y Acasusso. Por cada piso de los cuatro que tiene, hay dos departamentos: A (frente) y B (contrafrente, pero más luminoso que el primero).

Los propietarios son todos, en su mayoría, sexagenarios y llevan más de treinta años como vecinos. Es así que se conocen todos con todos y tienen una relación cordial. Han visto crecer hijos y morir a esposas y a esposos en esos treinta años. Yo, sin embargo llevo sólo cinco años viviendo aquí con mi madre y soy el único joven del bloque.

Es notable, ha ocurrido algo insólito hoy. Cuando bajé a buscar la revista de literatura que me llega todos los meses, me crucé con R en la planta baja, y me comentó algo que despertó la curiosidad de todos. Mientras arreglaba el zócalo de una de las paredes, comenzó a contarme de la inesperada desaparición de mi vecino de piso, H. Me dijo que mientras limpiaba el hall de entrada se cruzó con M, la señora del 2do A que se encarga de cobrar las expensas y ésta le preguntó por el Coronel (así le dicen). M le dijo que estaba extrañada que el Coronel no había pagado la cuota de este mes, que había tocado varias veces por día a su puerta durante cuatro días seguidos y no había obtenido respuesta alguna. R me dijo que también estaba atónito: H no acostumbraba a desaparecer de esa manera y el hecho de que se hallara atrasado con el pago de las expensas era aún más que inusitado en su persona.

Por mi parte, debo decir que si R no me hubiese puesto al tanto, creo que nunca hubiese notado la ausencia de mi vecino.

H era un militar de alto rango del ejército de montaña. Era un hombre de por si reservado, en estos cinco años que llevo en este edificio, nuestras charlas no se han prolongado más allá de un austero saludo matutino, cuando ambos bajábamos para comprar el diario. Luego, él salía con su perrita a dar unas vueltas, para regresar y encerrarse en su departamento, por lo tanto, siempre me había parecido un personaje algo fantasmagórico; recién hace dos semanas supe que era viudo.

Pero, desde que ella apareció he comenzado a fijarme cada vez más lo que sucede en el departamento que le pertenece, ¿o pertenecía? al Coronel; no hace ninguna diferencia no conocer su rostro, ni su voz, ni siquiera el porqué y el cómo de su súbita aparición me importa. Sólo sé que estoy enamorado y que a pesar de mis 19 años no estoy dispuesto a perder la oportunidad de conocerla…

 

Continuará.

 

*

 

ARTÍCULO APARECIDO EN LA REVISTA PARA TI DE NOVIEMBRE

 

Muebles y objetos de antaño para la decoración de hoy

En este mes que llevo en Amsterdam he aprendido algo sobre mí. Me gusta, me tranquiliza y me calma el alma el estar rodeada de historia. Pasear por calles empedradas, exuberantes parques de árboles milenarios, antiguos canales y puentes de piedra, u observar que las casas se apoyan torcidas las unas en las otras cual elegantes ancianitas fatigadas me llena del indescriptible sentimiento de pertenecer a la humanidad, de venir de algún lado, de ser una microscópica partícula de un largo camino, que en este punto se encontró conmigo.

 

Los anticuarios son lugares que, por instinto, busco en cuanto llego a una ciudad y muchas veces las amo en función de estos pequeños reductos llenos de vivencias pasadas que se reflejan en sus muebles.

En París o Londres los anticuarios reflejan más que nada su esplendor histórico, pero es en Madrid con su carácter cotidiano y desordenado donde he encontrado los anticuarios más eclécticos, variados, alegres y amistosos.

 

De entre ellos una de mis tiendas favoritas es La Europea. No se por qué, pero así son los grandes amores. La simpatía de sus dueñas, el macho pato disecado, ese mejunje de muebles y objetos inútilmente bellos que a mi tanto me emocionan ¿Quién sabe? El caso es que me gusta y mucho.

Eugenia y Sonia renuevan constantemente su stock, trayendo joyas de todas partes gracias a sus viajes. Su buen gusto refleja una predilección por los muebles antiguos, que realmente parecen antiguos, y que restaurados o no, mantienen el sabor elegante o rústico del pasado. Quizás a ellas les pasa como a mí: la restauración es indispensable, pero que no se note.

 

 

TRANSMITE LRA1 RADIO NACIONAL BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA Y LS 82 ATC CADENA NACIONAL PARA TODO EL PAÍS. HABLA A LA NACIÓN ARGENTINA EL PRESIDENTE RAÚL RICARDO ALFONSÍN.

 

(…) “Todos somos humanos y falibles, pero esta vez no contamos con mayor espacio para el error o la flaqueza. No debemos fallar. No fallaremos. Y si al cabo de nuestros mandatos hemos cumplido con aquellos grandes fines del Preámbulo de la Constitución que alguna vez nos hemos permitido recordar de viva voz como ofreciendo a la gran Argentina del futuro nuestra conmovida oración laica de modestos ciudadanos, entonces, como también lo hemos dicho en más de una ocasión, nada tendremos que envidiar a los grandes personajes de nuestra historia pasada, porque esta generación, la nuestra, tan hondamente agitada por las luchas y las frustraciones de este tiempo, habrá merecido de su posteridad el mismo exaltado reconocimiento que hoy sentimos nosotros por quienes supieron fundar y organizar la República.

Con el esfuerzo de todos, y unión y libertad, que así sea”.

 

 

DIARIO ÁMBITO FINANCIERO, 11 DE DICIEMBRE DE 1983

Alfonsín prestó juramento ante la Asamblea Legislativa reunida en el Palacio Legislativo, rodeado por representantes de todas las fuerzas políticas, jefes de Estado y delegaciones de primer nivel de países extranjeros, los ex presidentes constitucionales Arturo Frondizi y María Estela Martínez de Perón, legisladores y autoridades nacionales electas.

Tres minutos después de las 8, Alfonsín entró en el recinto de la Cámara de Diputados en medio de los aplausos de quienes colmaban el lugar. En el mismo acto, prestó juramento como vicepresidente Víctor Martínez, tras lo cual el presidente dirigió su mensaje a ambas cámaras legislativas, difundido por la cadena nacional de radio y televisión.

El discurso fue varias veces interrumpido por los aplausos. El mensaje se extendió 60 minutos. A las 9.10 se entonaron las estrofas del Himno Nacional, tras lo cual el senador Edison Otero dio por concluida la sesión.

El flamante presidente constitucional fue a la Casa de Gobierno en un automóvil descubierto, en compañía de su esposa, y precedido por un batallón de Granaderos a Caballo, siendo aclamado en todo el trayecto por una bulliciosa concurrencia que lo vitoreó sin cesar y cubrió la Avenida de Mayo y el vehículo con papeles celestes y blancos y flores.

 

*

 

 

LISTA DE LOS MANDADOS SOSTENIDA POR UN IMÁN, RECUERDO DE CERRO OTTO.

ü      Café La Morenita

ü      Agua tónica

ü      Gancia

ü      Zapallitos

ü      Tomates

ü      Leche

ü      Papel higiénico

ü      Acetona

ü      Jabón de tocador

ü      Azúcar

ü      Mermelada de naranja

ü      Fijador spray

ü      Clavos de acero

ü      Pomada borravino

 

NOTAS ENGANCHADAS AL PICAPORTE DE LA PUERTA DEL DEPARTAMENTO DE HONORIO BOTE POR RAMÓN

Señor:

            Le pido por favor que mañana por la mañana atienda al muchacho de la fumigación porque la semana pasada no lo atendió nadie y es importante que terminemos con la invasión de estos desgraciados.

Ramón.

Pa:

            Vine a traerte la postal que mandó Graciela, para que la vieras nomás, pero no estás. ¿Dónde estás, che? Me dijo el portero que no te ve hace tiempo. No te la dejo porque andá a saber si alguien mete mato y me la roba. Paso en otro momento. ¡Ah! ¿Quién es el pibe del A que escucha Virus a todo lo que da?

Nelly.

*

SECCIÓN CUENTOS DE “EL ARTE ES MORIRTE DE FRÍO – REVISTA LITERARIA”

 

ENTREGA 2: “Rosa de lejos” Por Lisandro Dedánn.

Yo no estaba acostumbrado a escuchar ruidos provenientes del otro departamento, menos a esas horas de la madrugada, por eso, cuando escuché unos tacos afuera del departamento, y luego el ruido de alguien buscando las llaves, me sorprendí. Me levanté de la cama trastabillando y me aproximé a la puerta, acerqué un ojo a la mirilla y la vi. Más o menos, porque sólo alcancé a verla de espalda y parte de su cabeza. Llevaba sólo un pequeño bolsito. Era una mujer de gran estatura y de contextura fornida; iba vestida de gala. Luego, cerró la puerta y la perdí de vista.

Tambaleando en la oscuridad, me senté un momento a pensar. Esta mujer era una total desconocida, sin embargo tenía las llaves de la casa del Coronel. Y ¿dónde estaba el hombre?, ¿estaría gravemente enfermo?, ¿de viaje por La Polinesia?, ¿habría estirado la pata? ¿Quién cuernos era esta señora?

Víctima de un rapto de ansiedad, tomé una libreta y comencé a formular hipótesis acerca de todos estos extraños episodios y me quedé a la espera de que, por alguna de esas casualidades, la mujer saliera otra vez del departamento.

Pasé las siguientes horas con la mirada fija en el reloj de la video casetera y escuchando el zumbido del motor de la heladera. En ese estado de hipnosis causado por el tintineo de las lucecitas de la video me hallaba cuando, a las 5.37 de la mañana, volví a escuchar movimiento fuera del departamento.

Corrí precipitadamente hacia la puerta, en el trayecto dejé que mis anteojos volaran, hasta estrellarse contra el piso, para luego ser pisados por mi descalzo pie derecho. Pero por el momento, mi mente sólo operaba para llegar a la puerta lo más rápido posible. Sólo vi una imagen difusa de una mujer de pelo castaño, pero sé que era ella. Llevaba anteojos para sol de un tamaño considerable, algo bastante curioso, dado que todavía no había amanecido.

El otro detalle que escuché junto con el taconeo de la mujer fueron los trotecitos de la perra del Coronel. Luego, sentí cómo las dos bajaban por la escalera. Me percaté de que la mujer, probablemente, saldría del edificio a pasear a la perra, por lo que nuevamente inicié una carrera hasta la ventana. Me fue sorprendente el hecho de que la mascota del Coronel fuera tan simpática con una desconocida, ya que la pequeña bestia era una de las criaturas más hoscas que haya conocido.

Sin pensarlo, salí a la calle y comencé a seguirla. Descalzo y todavía en calzoncillos y camiseta. La seguí a una distancia segura hasta el quiosco de diarios. Ahí, pidió Ámbito financiero y la revista Para Ti y continuó caminando hasta la panadería de donde salió con un paquete de cañoncitos de dulce de leche, que luego convidó a la perrita.

Dieron la vuelta manzana y regresaron al edificio. Dejé que entraran con tiempo y luego de un rato entré yo. R estaba barriendo la vereda y me abrió con una sonrisa chabacana por mi atuendo, pero al notarme tan apurado prefirió abstenerse de hacer algún comentario. Cuando llegué al primer piso, la mujer ya había ingresado a la casa del Coronel.

Decidí quedarme todo el día, de esa forma conseguiría controlar cada movimiento que ella hiciera…

Continuará.

*

Lanzarote, 23 de diciembre de 1983

Viejo:

            Qué bueno que escribiste, por fin. No pasó tanto tiempo desde la última carta, pero te confieso que me había quedado algo preocupada.

            Entiendo que los trámites sean un plomo, pero es un tirón más. Si ya tenés todo organizado es más fácil. ¿Los recibos estaban donde te dije, no? Me acuerdo patente de esa carpetita, mamá se volvía loca cada vez que yo metía mano en ese cajón. Para mí que guardaba algo secreto… no, chiste. Entonces, con eso ya está, una mañana te armás de paciencia, te comprás algo rico en la panadería y te vas a hacer la cola al PAMI sin chistar, viejo.

            Hablé con Nelly, me llama cada dos por tres ahora. Parece que la dejó el novio, es un atorrante ese pibe, yo lo vi un par de veces antes de venirnos para acá y, la verdad que no me gusta ni medio. ¿Por qué no te das una vuelta por su casa? Me dijo que el otro día pasó por el departamento y que no estabas, era para mostrarte la postal que le mandé, pobrecita.

            En fin, te dejo porque tengo que llevar a Memé al dentista; me da miedo, no sé cómo son los gallegos con los dientes. Pobre nena.

            ¡Beso grande, Pa!

                                               Graciela.

P.D.: ¿Qué tal es Alfonsín?

*

SECCIÓN CUENTOS DE “EL ARTE ES MORIRTE DE FRÍO – REVISTA LITERARIA”

 

ENTREGA 3: “Rosa de lejos” Por Lisandro Dedánn.

A eso de las 12.10 del mediodía tocaron a la puerta del departamento contiguo. Observé por la mirilla a un joven con un paquete, al parecer, de ravioles, pero nuevamente, no podría precisarlo. Al rato la puerta se abrió y la mujer lo atendió en bata de seda; estaba muy guapa o eso imaginé. Para mi sorpresa, el chico pasó adentró y la mujer cerró la puerta.

Pasaron diez minutos y el joven salió con un sobre tamaño carta.

Más tarde, decidí bajar y hacerle un interrogatorio a R, esta vez tomé la precaución de ponerme los pantalones. Cuando bajé, R limpiaba el ascensor. Me dirigió una mirada socarrona y, con una sonrisa me preguntó si se me había dado por hacer jogging matutino. No le respondí, pero sí le pregunté si sabía algo nuevo del Coronel. Dejó de pasar el trapo y me dijo que M había recibido el pago de las expensas que debía H en un sobre que le habían deslizado por debajo de la puerta, algo de por sí insólito, pero que por lo menos significaba que el Coronel había vuelto, o si no se había ido nunca, que había tomado la sabia decisión de ponerse al día con el pago de sus impuestos.

Llegué a la conclusión de que R desconocía el hecho de que una desconocida estaba viviendo en la casa del Coronel, y que seguramente, ella se había encargado de saldar la deuda. No sé por qué, pero instintivamente no dije nada y seguí sólo con mi investigación.

Comprendí que el joven había sido el encargado de entregar el sobre y que era obvio que la mujer prefería mantenerse en el anonimato. Sólo salía a altas horas de la madrugada para mantenerse fuera de la vista de todo.

Decidí pasar por el quiosco de diarios y hacerle un par de preguntas a T y por último, pasar por “La Reina” para conseguir algún indicio y, de paso, llevarme media docena de cañoncitos. Ninguno supo darme información válida. La describieron como una persona bastante corta de palabras, hacía su pedido, pagaba y se iba sin más. Aunque, a ambos le llamó la atención que estuviera tan bien vestida y que llevara lentes oscuros a las seis menos cuarto de la mañana. También mencionaron algo sobre su voz, como de fumadora vieja; pero nada más que me condujera a algo más allá de lo que ya sabía.

Me sentí frustrado, no había indicio alguno de quién era esta mujer, y cómo se relacionaba con la desaparición de H; me estaba desesperando. Pero lo que más inquieto me ponía era otra cosa: esta persecución obsesiva, este misterio que rodeaba a tan bella mujer me estaba haciendo sentir cosas que jamás había sentido por alguien. Toda esta situación me tenía muy confundido y excitado. Fue entonces que llegué a la conclusión de que para que el misterio fuese develado sería necesario entrar a la casa del Coronel por medios ilícitos, aunque fuera en contra de la ley.

El allanamiento se llevaría acabo de la siguiente manera: primero, necesitaría una ganzúa y una que otra herramienta para forzar la cerradura. De no resultar, la tiraría abajo a golpes con una maza y, en su defecto, simplemente la prendería fuego. El ruido no sería un problema, todos los que viven en el edificio por la noche no usan audífonos.

Ya para ese entonces, mi trastornada ansiedad y mi locura no dejarían lugar para hacer un trabajo más fino, sino, nunca llegaría a conocer a la mujer que me desvelaba. Ya nada me importaba.

Una vez que la puerta dejó de ser un problema, entré al recinto donde vivía mi amada. El ambiente olía a un perfume dulce y era evidente que la decoración respondía a un gusto delicado. Las figuras de porcelana, los tapices con motivos florales… ¿la colección de armas antiguas? Dejé la ganzúa sobre la mesa y empecé a recorrer los demás ambientes.

Entré a la cocina, luego a su dormitorio y, por último, al baño. Y ahí lo noté. Las dos tapas del inodoro estaban levantadas y un dejo de líquido amarillo ensuciaba el excusado. Mi corazón paró de latir y sentí que toda la sangre se me iba al estómago. Luego, sentí que alguien entraba al departamento. La pude ver de cerca. Todos mis temores y mis sospechas se confirmaron: el Coronel era Rosa de lejos, ni más ni menos.  



gracias mercedes.